
Me explicaba un amigo que recibió hace algunas semanas la visita de un inspector de hacienda para estudiar la contabilidad de su empresa en relación a la última declaración de la renta que había presentado. Al finalizar la inspección el funcionario entregó a mi amigo un requerimiento conforme tenía que ponerse al día de una serie de pagos que superaban con creces las liquidaciones presentadas por él hasta la fecha. El inspector se mantuvo inflexible ante las argumentaciones de mi amigo que finalmente se desmoronó exclamando con resignación: "¡No somos nadie!", a lo que el inspector respondió con indignacón: "Eso lo dirá por usted, pues yo soy un grandísimo hijo de puta."